Olvidemos por un momento al Wii U y al Nintendo NX. El recuerdo del Wii es deslumbrante. Estoy en la sala de mi departamento de estudiante. La caja es blanca y en su interior descubro una consola pequeña, modesta y un control extraño que me pareció más pequeño de lo que imaginaba. Dentro, también encuentro una bolsita de cartón con un juego, como si alguien la hubiera olvidado ahí en un descuido. De niño, recuerdo que conectar una consola al televisor era una tarea compleja; sonrío cuando veo cómo el empaque del Wii divide los componentes en 2 bandejas separadas, 1 y 2, para facilitar la tarea a los padres inexpertos. Los conectores son a prueba de idiotas: todos tienen una forma distinta y colores que ayudan a no equivocarse. Toda esa semana jugué The Legend of Zelda: Twilight Princess para Wii. La siguiente sufrí una profunda depresión.
De ese periodo nebuloso y oscuro, tengo destellos de lucidez: yo una noche contra el templo de agua; una mañana desolada cabalgando una planicie (en el juego es de noche y la música de fondo es el tétrico tema de Hyrule Field); un hombre cubierto de oro y joyas que jamás ayudé; Midna en mi lomo, casi muerta; mi GameCube abandonado en otra ciudad. ¡Mi GameCube! Tenía meses que no tocaba la consola. Ni siquiera era mi culpa: los últimos juegos de Nintendo para el cubo morado habían sido Super Mario Strikers , el 10 de ese mismo año, y, antes de ése, Mario Party 7, el 7 de noviembre de 2005. ¡Un año antes! Entre noviembre de 2005 y noviembre de 2006, la consola estuvo prácticamente muerta en vida. Recuerdo que ni siquiera contemplé llevármela a la Universidad, que estudiaba en la Ciudad de México. La dejé abandonada en Puebla. ¿Para qué? De todas formas, podría jugarTwilight Princess antes en mi nuevo y flamante Wii.
El GameCube fue un fracaso. Bueno, en cierto sentido, también su predecesor. Diablos, si nos ponemos exigentes, Nintendo ha fracasado con cada consola, exceptuando el Wii, desde el Super Nintendo. Números: NES, 61.91 millones; SNES, 49.10 millones; Nintendo 64, 32.93 millones, y, finalmente, el GameCube, 21.74 millones. Ah, pero entonces, el Wii se revela triunfante: 101.18 millones. ¿Y después? El Wii U aparece en la gráfica y es como si el Wii nunca hubiera existido: 13 millones. Es el sistema casero de Nintendo que peor se ha vendido en la historia moderna de la compañía y eso no debería de sorprendernos. Después de todo, es la tendencia lógica que sigue el patrón de declive que ha asechado a Nintendo desde el SNES: con cada generación, las consolas de Nintendo venden unos 8 o 9 millones menos que su predecesora. Los números no mienten.
Nintendo ha fracasado con cada consola, exceptuando el Wii, desde el Super Nintendo
¿Cómo explicar el Wii? Pues no sólo rompió el patrón, sino que superó al NES para convertirse en la consola más vendida de Nintendo en su historia. La palabra mágica es disrupción. Mientras el PlayStation 3 y el Xbox 360 ensangrentaban el mar del gaming tradicional con consolas más poderosas, caras y juegos similares (yo les decía “las gemelas HD”), el Wii se concentró en algo que nadie más estaba haciendo: expandir el mercado de los videojuegos. Nintendo sabe muy bien, desde hace muchos años, que no puede competir palmo a palmo contra compañías como Microsoft o Sony, que pueden subsidiar sus costos de operación a otras divisiones (bueno, Sony ya no tanto como antes). Nintendo vive de su hardware, no de su ecosistema: no puede vender un aparato a un costo menor que el que le cuesta producirlo. Microsoft, por el contrario, puede tranquilamente reducir el precio del Xbox One y venderlo con pérdida. ¿Por qué? Tiene arcas llenas de capital que puede inyectar a la división de gaming con tal de incrementar su participación en el mercado. En cierta forma, es una inversión: pierde dinero primero, y capitaliza después con el ecosistema que construiste. Ya sabes: suscripciones a Xbox LIVE Gold, microtransacciones, juegos que ya no son productos, sino servicios, eSports, etcétera.
Nintendo, por otro lado, vive del gaming. Cada reducción de precio de una de sus consolas implica menos margen de ganancia. Cada juego que venden, es oxígeno que los mantiene vivos. Por algo sus productos tienen una protección de precio tan agresiva. Los juegos de Nintendo son caros y se mantienen caros durante mucho tiempo. Su línea de títulos accesibles se llama “Nintendo Selects” y dichas ediciones parecen más un regalo envuelto con cuidado en un negocio japonés que una rebaja. El problema con el Wii es que la compañía falló en convertir esos 100 millones de jugadores en una plataforma que pudieran capitalizar cuando el ciclo de vida de la consola llegara a su fin. Quizá nunca fue su objetivo, y vaya que soportaron el aparato hasta sus últimos meses de vida; antes del lanzamiento del Wii U en noviembre de 2012 tuvimos Xenoblade Chronicles en abril de ese año; The Last Story en agosto; en noviembre de 2011, The Legend of Zelda: Skyward Sword alegró nuestra navidad. Incluso en 2013, en pleno periodo inicial del Wii U, tuvimos Pandora’s Tower en el Wii.
Hoy recibimos una noticia muy fuerte: el Zelda planeado para Wii U, que originalmente sería lanzado en 2015, será retrasado hasta el 2017 y ya no será exclusivo de esa plataforma, sino que también llegará a NX. Estoy seguro de que la compañía habría podido lanzar Zelda el año pasado: estaban en preparaciones formales para recibirlo en diciembre. Pero algo pasó: el Wii U no despegó y claramente no sería una consola que rompería el patrón de decrecimiento, como el Wii, sino que se acomodaría en la fatídica gráfica con los terribles 8 a 9 millones de unidades menos que cada plataforma de Nintendo ha vendido desde el SNES. La decisión debió ser muy dura: trasladar todos los recursos a la nueva plataforma, que seguramente tiene el potencial de repetir la historia de éxito del Wii.
Hay una frase que se repite en todos lados: sólo un loco esperaría obtener resultados distintos después de hacer lo mismo una y otra vez. Ignoro por qué la gente pide que Nintendo desarrolle una plataforma que compita en términos gráficos con sus competidores, que permita a los third parties lanzar el Call of Duty anual en ella también. ¿Por qué deberían hacerlo? La estrategia de competir en términos de poder de procesamiento los estaba llevando a vender casi 10 millones menos de consolas entre cada cambio de generación. Es el camino del Nintendo 64 y del GameCube: consolas poderosas, pero que no pudieron ganar sus respectivas guerras de consolas. Iwata, más inteligente que las masas incapaces de análisis, lo notó y tomó decisiones difíciles que cambiaron a la compañía. El resultado fueron el Nintendo DS y el Wii. Exitosas, vende software y que expandieron el mercado de los videojuegos y dieron paso a la revolución de los móviles. El casual gaming se consolidó y hoy en día es una industria gigantesca. En la misma línea del café descafeinado, la leche deslactosada y los dulces sin azúcar, tenemos los juegos para los que no juegan. Alguien había eliminado la complejidad que encanta a los amantes de lo hardcore, pero ahuyenta a quienes de otra forma quizá sí jugarían. El resultado es una explosión azul de nuevo capital que revitaliza a toda la industria.
Pero la dinámica principal del Wii U fue un fracaso. Los controles de movimiento eran fáciles e intuitivos de entender. Imagina que es una raqueta y muévela como tal: listo. En cambio, dividir la experiencia de juego entre 2 pantallas distintas es confuso, difícil y poco intuitivo. Nintendo Land me sorprendió en su momento, pero yo llevo décadas jugando videojuegos. Era una colección de juegos incomprensibles para alguien con poca experiencia. No había analogías sencillas y que todo mundo entendía como en Wii Sports. Todos saben cómo funciona el tenis o el box, ¿pero quién puede entender un sistema de juego asimétrico en el que un jugador tiene ciertas ventajas sobre los demás? No se trata de cosas tan superficiales como si un juego viene en formato físico o digital. A los consumidores no les importa eso. Seguramente a ti de niño no te importaba y tirabas las cajas. La nostalgia es poderosa, pero nubla nuestro juicio: Star Fox Zero es un gran título, pero no importa (y estoy inventando) si viene en formato físico, con un anime incluido, manual de 100 hojas ilustrado en tapa dura y un póster firmado por Miyamoto: ¡los videojuegos son software! El formato ha cambiado mucho a lo largo del tiempo, pero en esencia siempre han sido un montón de unos y ceros en una computadora. Si la mecánica básica del juego es difícil de entender, probablemente no venderá mucho. Sé que hay muchos ejemplos de títulos complejos con millones de jugadores, pero en todos ellos la dificultad radica en su diseño de niveles, en el metajuego, en conocer el sistema de juego; jamás en lo más básico: controlar a tu personaje.
La nostalgia es poderosa, pero nubla nuestro juicio
Hablo de Star Fox Zero porque representa todo lo que estuvo mal con el Wii U. Es un esquema innovador de control, se disfruta muchísimo una vez que consigues dominarlo y en general es un título decente. El problema es que es inaccesible. Y no hablo de dificultad estilo Dark Souls, que tiene un control bastante tradicional, sino de que un niño que intente jugarlo en una tienda departamental 10 minutos no entenderá nada de lo que ocurre. Voy a ponerlo en términos más claros: mis papás disfrutaron muchísimo mi Wii, pero ni siquiera me molesté en enseñarles Nintendo Land. La experiencia completa también resultaba mucho más complicada y cara de obtener: 4 Wiimotes, más 4 nunchucks, más el Wii U. ¿Quién puede gastar tanto en entretenimiento familiar? Claro, cuando la experiencia lo vale, ése factor pasa a segundo plano. Pero el Wii U era difícil de entender, caro e inconveniente. A primera vista era un segundo intento por hacer una disrupción en el mercado, pero no hay nada más alejado de la experiencia del Wii, que era un aparato barato, fácil de entender, de conectar y que con 2 Wiimotes era capaz de mostrar su potencial, lo mismo en la sala de casa de tu abuelita que en un centro comercial.
Nintendo brilla más cuando está en crisis. ¿Por qué? Porque son momentos de incertidumbre, de medidas desesperadas, de creatividad, de pensamiento lateral. Repito ese lugar común de arriba: sólo un loco esperaría resultados distintos después de repetir lo mismo una y otra vez. Las decisiones que la compañía tomará en los siguientes meses nos parecerán extrañas y sin sentido. La realidad es que están acorralados. ¿Qué tan desesperado tienes que estar como para sacrificar las ganancias de un año completo para apostar todo a tu siguiente plataforma? Eso es exactamente lo que hace Nintendo: el Wii U ya no tiene lanzamientos de alto perfil y no ha bajado de precio. El 3DS es una plataforma menguante. El prospecto para diciembre, en el mejor de los casos, son paquetes de Wii U a un precio especial de juegos viejos y Star Fox Zero. ¡Pero el Nintendo NX sale en marzo de 2017! ¿Qué va a hacer Nintendo durante todo este año fiscal? La respuesta es nada. Aguantar y apostar todas las ganancias de este año a que el NX será un éxito. Dedicarán todos sus recursos a esa tarea. Bueno, los observadores seguramente notaron que la compañía lleva ya al menos un año haciendo eso: no ha anunciado juegos AAA para Wii U desde hace mucho, nadie sabe qué está haciendo Retro Studios, Star Fox Zero claramente fue un esfuerzo secundario y Zelda ha sido mostrado a cuentagotas.
Si ponemos la situación actual en perspectiva, el Wii U fue tan desastroso que es la única consola casera de Nintendo sin un The Legend of Zelda totalmente original. Momentos desesperados requieren medidas desesperadas. Los móviles no son la salvación a corto plazo; quizá un plan secundario con potencial a futuro (o están relacionados con NX). Es claro que en la estrategia de la compañía, esta plataforma desconocida, el NX es un Santo Grial. Si no, ¿por qué apostar tanto al grado de abandonar y dejar como muerto en vida al Wii U? Esta vez, el panorama es mucho más complejo que con el Wii. El PlayStation 4 y el Xbox One sufren por el estancamiento del mercado, el océano azul son los móviles, un espacio dominado por compañías como Apple y Google. El gaming tradicional va a necesitar algo más que controles de movimiento para salvar el día esta vez. Los rumores serán muchos y algunos hasta parecerán tener sentido. La industria será un caos por tantos cambios. Estoy seguro de que el equipo encargado de NX es, en estos momentos, el departamento que más responsabilidad ha cargado sobre sus hombros en la historia de Nintendo. No sólo está en juego la permanencia de una compañía con más de 100 años de historia, sino el esquema mismo de consolas de videojuegos.
Sí: el Wii U está muerto. Pero lo que debe preocuparnos es si todas las consolas no lo están ya. Recuerdo que lo que más me deprimió de Twilight Princess fue ése tono cálido y triste de la penumbra: la gente iba y venía ansiosa, como advirtiendo que vivían una realidad falsa y febril. Imaginé una dimensión entera de dioses y ancestrales olvidados en la nada color ámbar. Cadáveres sin saberlo, como el gaming tradicional.
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